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LA TOMA DE LA GUERRILLA DEL M-19 A
LAS INSTALACIONES DE EL CALEÑO

El 16 de abril de 1979 el grupo guerrillero M-19 se tomó las instalaciones del diario EL CALEÑO ubicadas en la ciudad de Cali. La toma guerrillera a EL CALEÑO es relevante históricamente ya que fue el preámbulo a la “toma a la embajada de la República Dominicana”, realizada en Bogotá el 27 de febrero de 1980 y a la “toma al Palacio de Justicia” del 6 de noviembre de 1985, en la capital de la República.

Todo empezó a las 11 y 15 de la noche del 16 de abril de 1979, cuando Cupertino, el portero de la noche en EL CALEÑO, le abrió la puerta a un sacerdote y una monja quienes inquirían por el director del periódico, Alberto Uribe. Este, se encontraba en el segundo piso en la sala de redacción del diario, reunido con varios periodistas, pero había advertido a la portería que ya iba a salir, concluidas sus labores y que no estaba para nadie. La camioneta del diario con el chofer a bordo esperaba afuera su salida.

El cura y la monjita, quienes dijeron venir desde Palmira para poner unas quejas sobre unos lotes invadidos, preguntaron luego por el jefe de redacción Wilson Araque. Se les dijo que tampoco estaba aunque en realidad se encontraba en el segundo piso. “La cosa no parecía muy importante y por lo tanto no le paramos muchas bolas”, afirmó Wilson Araque. “Por eso, con Alberto, decidimos que fuera Jim Preston quien los atendiera…”. El reportero Jim Preston fue entonces el encargado de atender al cura y a la monja, que en realidad eran la avanzadilla del comando armado del M-19, para tomarse el periódico.

Preston contaría después, como detrás del cura y de la monja llegaron varios jovencitos, los cuales en medio de sonrisas y aprovechando la inexperiencia de Cupertino, el portero quien por primera vez realizaba el turno de la noche, fueron penetrando lentamente al lobby del periódico. “De pronto, el cura abrió un maletín negro de fibra que llevaba y pude ver un arma larga. El cura la sacó y me apuntó con ella”, dice Preston.

“Somos el M-19”, dijo.

A partir de ese momento, los guerrilleros se quitaron la máscara de visitantes y se colocaron los pasamontañas y capuchas, algunos improvisados con pedazos de cartón. Por todas partes aparecen las armas, ametralladoras, fusiles, granadas, pistolas… “Gran parte de ese armamento pertenece a las armas recuperadas en el Cartón Norte”, confesaría luego la comandante “Susana” quien dirigió el operativo. [El 31 de diciembre de 1978 la guerrilla del M-19 le dio un duro golpe al Ejército robándole más de 5 mil armas que guardaba en sus instalaciones del Cantón Norte en Bogotá].

Wilson Araque y Mario Arboleda, se encargan de acompañar a los guerrilleros, quienes sorprenden a los periodistas al sacar ya diagramado todo, listo para imprimir. Mientras tanto, uno de los guerrilleros corta las líneas telefónicas con una navaja. Un guerrillero fuertemente armado acompaña al portero Cupertino y al chofer que esperaba a Alberto Uribe, y otro se estaciona en la puerta trasera, la que da sobre la carrera tercera. Los guerrilleros buscan a Alberto Uribe, quien inicialmente se mimetiza entre el personal que baja del segundo piso a punta de pistola, y luego se hace pasar por el gerente de la empresa Don Miguel Antonio Mejía. Por fin, los guerrilleros confirman su identidad y proceden a golpearlo, amarrarlo y amordazarlo, lanzándolo sin miramiento, a la parte trasera de una camioneta del periódico.

Mientras tanto, los encapuchados han completado la toma y ejercen total dominio sobre el periódico. Omar, el jefe de armada, procede a alistar el material del M-19 listo para imprimir. Comienza con un comunicado que dice en su primer párrafo:
“Creemos necesario en vista de los últimos acontecimientos, dirigirnos a la Opinión Pública para descorrer el velo que ha tendido el Gobierno del señor Turbay sobre la ofensiva desatada por las fuerzas militares del Estado contra nuestra organización y contra el pueblo colombiano”.
El comunicado continúa por varias páginas, acusando al Gobierno de Turbay de "tortura y abusos sistemáticos contra los Derechos Humanos".

Lentamente cuando la rotativa empieza a rodar con el material ordenado por el comando guerrillero, sus integrantes abandonan el periódico. Los últimos son el falso cura y la falsa monja, la comandante “Susana”, quienes abordan la camioneta del periódico con Alberto Uribe amarrado atrás y se pierden en la historia.

Poco después, Uribe fue abandonado sano y salvo en un lugar alejado de la ciudad. “Ha sido el susto más grande de mi vida” le dijo Alberto Uribe a la prensa local. Florentino Corrales, encargado de la sección deportiva, manifestó que “fueron las cuatro horas más largas de mi vida”. Y Wilson Araque, recordando el miedo de ese entonces, comentó: “Y comprendo que no había motivo para tanto miedo. Era otra época, era otro periodismo, y era otra guerrilla.”

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