'Ya no os llamo siervos. Os llamo amigos'. Evangelio 5 de mayo del 2024. Por el Padre Héctor de los Ríos.

"YA NO OS LLAMO SIERVOS. OS LLAMO AMIGOS"

Hay una palabra que resuena en las lecturas de este domingo: “amor”. ¿Pero no pensáis que es una palabra que aparece algo desgastada de tanto usarla o por no usarla bien? Sin embargo, Jesús la escoge para decir cómo es Dios. Dios es amor y por ello es una realidad fácilmente comprensible, accesible porque ¿quién no entiende qué es el amor? ¿Quién no desea ser amado?

En su discurso de despedida Jesús interpreta su vida y su muerte como dos momentos de un único acto de amor. Lo que ha movido su vida es lo que ha recibido del Padre: el amor más grande. El amor capaz de “dar la vida por sus amigos”, el amor que da vida olvidándose de sí mismo. El amor que Jesús relaciona con la amistad. En castellano, la palabra amigo comparte raíz con la palabra amor y con el verbo amar. El amor de Jesús nos envuelve, pero la garantía de permanecer fieles en ese amor es su origen. Aunque pensemos lo contrario, el amor que sentimos por Jesús no nace en nosotros, sino que provine de Dios. Viene lo alto, porque Dios es amor. Y como dirá la Escritura: “todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios”.

Estamos en el mes que tradicionalmente recordamos como mes de María. Recordar a María significa siempre acoger al Espíritu Santo, protagonista del tiempo de Pascua. Vivir a la sombra de la Palabra de Dios que tomó carne en su vientre virginal. Contemplar a y con María es volver a Jesús y a la alegría del evangelio, porque María nos dice constantemente “Haced lo que Él os diga”, creced en capacidad para la ternura, que es la forma más madura del amor humano. La ternura de Dios no hace aceptación de personas, como nos ha recordado la primera lectura. Fruto de la Pascua, la Iglesia es el Pueblo de Dios donde cabemos todos, todos, todos.

LECTURAS:
VI Domingo de Pascua

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10, 25-26. 34-35. 44-48:
"Cuando iba a entrar Pedro, Cornelio le salió al encuentro y, postrándose, le quiso rendir homenaje. Pero Pedro lo levantó, diciéndole:«Levántate, que soy un hombre como tú"

Salmo 97, 1. 2-3ab. 3cd-4.
R/ "El Señor revela a las naciones su salvación."

Lectura de la primera carta del Apóstol San Juan 4, 7-10:
"Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor."

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 15, 9-17:
"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor…."

Reflexión del Evangelio de hoy

En su despedida Jesús nos dedicó las palabras que recoge el evangelio de Juan, un discurso centrado en explicar el significado de su vida y misión, de su pasión y muerte. El amor de Dios es lo único que da sentido a la vida de Jesús y lo que da sentido a nuestras vidas a menudo tan zarandeadas por circunstancias difíciles. El amor que viene de Dios es la roca firme sobre la que construir nuestros proyectos de vida, la brújula con la que dirigirnos, el motivo para levantarnos cada día y la causa de nuestra alegría. Cuando el Hijo de Dios entró en la historia los ángeles anunciaron la alegría, y cuando el Hijo de Dios resucitó esa alegría inundó y transfiguró todo el universo, todo lo creado. Es el gozo divino, su amor que restaura todo en Cristo, el pasado, el presente y el futuro de cada vida humana y de toda la historia de la humanidad. Jesús nos ha dicho: “nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos”. El amor de Dios por la humanidad; es amor paternal en la presencia del Padre que envía y acompaña la misión del Hijo enviando su Espíritu; es amor maternal en la persona y el testimonio de María y es amor de amistad en Jesús, amigo de los hombres, amigo y hermano, nuestro redentor.

Jesús ha dado la vida por sus amigos. No somos esclavos sometidos, ni autómatas, sino amigos liberados del poder del pecado y del sinsentido. La familia no se escoge, pero los amigos sí. Dios nos escoge en Cristo para que seamos sus amigos. La amistad verdadera es motivo de gozo para quien la experimenta, tener un amigo o amiga del alma es tener un tesoro. En Jesucristo tenemos ese tesoro que nos espera para agraciarnos, para hacer juntos el camino de la vida y sortear juntos las dificultades.

En momentos de inquietud nadie debería llamar espectadores pasivos ni cobardes a quienes celebramos la eucaristía. Nada hay más responsable en estos tiempos que creer en el Dios de Jesús y actuar en coherencia a nuestra fe. Esta fe que originó los derechos humanos que defendemos y promovemos en el mundo entero. Esta fe que molesta a muchos poderosos porque les demuestra que cuando Dios se borra del horizonte, el hombre no llega a ser más grande, ni lo puede todo; sino que, pierde dignidad, se convierte sólo en el producto de una evolución ciega, del que se puede usar y abusar. Como nos recuerda la “ciudad celeste” del libro del Apocalipsis, esta fe no sólo atiende lo material sino lo espiritual, nos recuerda la meta de la humanidad en el Reino de Dios. Nos muestra que la revolución más eficaz es la que tiene lugar en el interior de cada corazón vuelto hacia Cristo, la que ha tenido lugar en la personas de los hombres y mujeres santos. Esta fe no es huida de responsabilidades, sino estímulo para comenzar a vivir ahora lo que viviremos en el reino de los cielos, en el domingo sin ocaso. “En la ciudad que no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero”.

El evangelio no tiene recetas para salir de las crisis, pero de él se derivan valores y comportamientos que buscan gestionarlas mediante la transformación de los corazones y las mentes a la hora de abordar los momentos difíciles. Por eso comenzando el mes mayo, de la mano de María proponemos volver al evangelio, celebrar la efusión y las obras del Espíritu Santo, protagonista del tiempo de Pascua. Profundizar en la Palabra del NT es muy necesario en nuestros días. Con su testimonio y su voz, María sigue acompañando la misión de su Hijo y proponiéndonos su amistad. Acudamos a la intercesión de la Virgen María pidiéndole que nos enseñe a ser amigos de Dios, especialmente amigos de los que peor lo pasan; amigos que gozan o luchan juntos y juntos construyen el Reino. Amigos que recibiendo el Espíritu del Resucitado no se acobardan en su tarea de madurar, creer y testimoniar los efectos de la Resurrección para el mundo.


Evangelio del domingo 5 de mayo del 2024