Abril 18 del 2022 MUNDO-Urbi-et-Orbi-la-paz-es-posible.html
En el tradicional mensaje "Urbi et Orbi", el Papa Francisco habló tanto de la guerra en Ucrania como de los conflictos en otros países del mundo. “¡Dejémonos vencer por la paz de Cristo! ¡La paz es posible, la paz es necesaria, la paz es la principal responsabilidad de todos!”, fue el mensaje central del pontífice.
Francisco presidió la celebración ante unos 100 mil fieles presentes, tras una pausa de dos años debido a la pandemia, en una coloreada plaza de San Pedro decorada con cientos de arreglos florales y adornos. Finalizada la Santa Misa, dirigió el Mensaje Urbi et Orbi (a la ciudad de Roma y al mundo entero) e impartió su Bendición Apostólica desde el Balcón central de la Basílica Vaticana.
El Obispo de Roma, remitiéndose al Evangelio de Juan, repitió las palabras pronunciadas por Jesús al presentarse ante “las miradas incrédulas” de los discípulos que lloraban por él y evidenció:
“También nuestras miradas son incrédulas en esta Pascua de guerra. Hemos visto demasiada sangre, demasiada violencia. También nuestros corazones se llenaron de miedo y angustia, mientras tantos de nuestros hermanos y hermanas tuvieron que esconderse para defenderse de las bombas”.
“¡Dejemos entrar la paz de Cristo en nuestras vidas, en nuestras casas y en nuestros países!” exhortó el Santo Padre, dirigiendo, como de costumbre, su mirada a todas las realidades del mundo necesitadas de esta paz de Jesús. En primer lugar, Francisco recordó a la “martirizada Ucrania”, tan duramente probada por la violencia y la destrucción de la “guerra cruel e insensata”, dirigiendo un fuerte llamamiento a los responsables de las naciones para que escuchen el grito de paz de la gente:
“Que se elija la paz. Que se dejen de hacer demostraciones de fuerza mientras la gente sufre. Por favor, no nos acostumbremos a la guerra, comprometámonos todos a pedir la paz con voz potente, desde los balcones y en las calles. Que los responsables de las naciones escuchen el grito de paz de la gente, que escuchen esa inquietante pregunta que se hicieron los científicos hace casi sesenta años: «¿Vamos a poner fin a la raza humana; o deberá renunciar la humanidad a la guerra?»”
Dirigiendo su mirada al continente americano, el Pontífice pidió que “Cristo resucitado acompañe y asista a los pueblos de América Latina que, en estos difíciles tiempos de pandemia, han visto empeorar, en algunos casos, sus condiciones sociales, agravadas también por casos de criminalidad, violencia, corrupción y narcotráfico”. También recordó a Canadá, pidiendo al Señor Resucitado que “acompañe el camino de reconciliación que está siguiendo la Iglesia Católica canadiense con los pueblos indígenas”.
Finalmente, recordó que “toda guerra trae consigo consecuencias que afectan a la humanidad entera: desde los lutos y el drama de los refugiados, a la crisis económica y alimentaria de la que ya se están viendo señales”. Sin embargo, subrayó el Papa, ante los signos persistentes de la guerra, Cristo, “vencedor del pecado, del miedo y de la muerte”, nos exhorta a no rendirnos frente al mal y a la violencia” y exhortó:
“¡Dejémonos vencer por la paz de Cristo! ¡La paz es posible, la paz es necesaria, la paz es la principal responsabilidad de todos!”