Marzo 25 del 2021
Por: Comité Internacional de la Cruz Roja.
El año 2020 fue particularmente difícil para el personal de salud. No sólo tuvo que enfrentarse a la emergencia que generó la pandemia por COVID-19, sino también a la intensificación de la violencia contra los trabajadores sanitarios.
Durante ese año, en Colombia, se reportaron 325 ataques contra el personal de salud, instalaciones y vehículos sanitarios*, la cifra más alta que se ha registrado en los últimos 24 años. En la mitad de los casos, los responsables de las agresiones fueron pacientes, sus familiares o miembros de la comunidad.
Estos eventos se relacionaron con la intolerancia hacia el personal sanitario, el miedo a contraer el COVID-19 y, en particular, la circulación de información falsa.
En distintas situaciones, los trabajadores de la salud fueron objeto de agresiones físicas y de amenazas de muerte por parte de civiles, al ser injustamente acusados de propagar el virus entre la comunidad o de beneficiarse económicamente de la situación.
Este contexto se agravó por el impacto del conflicto armado y la violencia.
En distintas zonas del país, los ataques contra la Misión Médica por parte de actores armados constituyeron infracciones del derecho internacional humanitario (DIH) y generaron consecuencias como la renuncia masiva del personal médico.
Las cifras revelan que los actores armados fueron responsables de al menos 88 eventos contra el personal sanitario y las estructuras de salud. Sin embargo, el trabajo sobre el terreno indica que este número podría ser más alto, debido a que prevalece el subregistro y el miedo a reportar los hechos.
Los ataques contra la Misión Médica no solo afectaron al personal sanitario, sino también a las comunidades y pacientes que, en muchos casos, se quedaron sin acceso a los servicios de salud. En algunos municipios, esta situación se extendió por varios meses y dio lugar a la interrupción de los programas de vacunación y control de enfermedades.
Esto tuvo mayores repercusiones en las zonas más afectadas por el conflicto, en las que históricamente las estructuras de salud han sido frágiles, insuficientes o incluso inexistentes. Es difícil dimensionar el impacto total de esta realidad y cuantificar el número de personas que se vieron afectadas.
Por todos estos factores, el personal de salud quedó en una situación de enorme vulnerabilidad, en un momento en el que se necesitaba de su trabajo de manera prioritaria. Por ahora, la perspectiva para 2021 no parece ser distinta en tanto la situación crítica persiste en un entorno de violencia y convulsión social.
* Cifras de la Mesa Nacional de Misión Médica.